con la caída del muro y la Unión Soviética los artistas quedaron en una situación bastante cómica. Por un lado, estos artistas eran herederos de un discurso emancipatorio presente en las primeras vanguardias de inicio del siglo XX, las cuales a su vez se encontraban ligadas a un horizonte comunista. Esto suponía el intento de construir una sociedad post-capitalista en la cual los hombres pudieran ejercer la crítica y desdoblarse libremente. Sin embargo, por el otro lado, estos artistas e intelectuales comprometidos políticamente, quedaban enfrentados al desierto del mundo real capitalista sin ningún mapa de acción aunque llenos de teorías las cuales poco podían hacer en ese momento.