Alejandra Castillo, filósofa y profesora en la Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación, en Santiago de Chile; Joanna Zylinska, filósofa, artista y profesora en el Departamento de Medios y Estudios Culturales de Goldsmiths, University of London y Marta Cabrera, teórica visual y profesora-investigadora en el Departamento de Estudios Culturales de la Universidad Javeriana de Bogotá, se reunieron a conversar el 5 de febrero en torno a las prácticas semiótico-materiales de la imaginación política en un momento de catástrofe globalizada, donde el imperio de la técnica pareciera indicar solamente una cosa: peligro extremo.
El trabajo de las Humanidades no es otro que la escritura, y el proyecto “Filosofía de la práctica editorial: acceso abierto y diversidad en perspectiva crítica” intenta pensar el trabajo de las Humanidades como práctica cultural en los cruces de la filosofía, el arte y la edición académica con sentido ético y político. En 2021 ensayamos nuestro propósito a través de conversaciones detonadas por publicaciones que, a nuestro juicio, de modos diversos despliegan en sus argumentos una concepción radical de la escritura no como vehículo alfabético de pensamientos autónomos, sino como la fuerza elemental de lo que acontece (“lo humano”, “lo no humano”, “el mundo”, “el fin del mundo”).
Para organizar la diversidad temática de las publicaciones –que nos interesan por la manera en que se sitúan en el presente –optamos por poner en primer plano los ejes de técnica, trabajo y subjetividad, y a partir de esos ejes problemáticos, emprender una interrogación hacia la cuestión decisiva de las infraestructuras materiales del pensamiento. Y para enfatizar el énfasis de nuestra búsqueda en lo que a las claves de técnica, trabajo y subjetividad aportan las perspectivas teóricas feministas, empezamos el 5 de febrero con un conversatorio sobre imágenes técnicas e inteligencia artificial.
El interés de reunir a Alejandra Castillo y Joanna Zylinska tuvo que ver con la publicación de sus libros sobre imágenes e inteligencia artificial en 2020: Adicta Imagen y AI Art: Machine Visions and Warped Dreams. Se trató de indagar cómo responde el pensamiento feminista a un momento de ansiedad, zozobra e incluso impotencia frente a la captura técnica del trabajo, de la subjetividad y la vida en general. En tanto planteamientos teóricos feministas, los libros recientes de Castillo y Zylinska responden no sólo a la coyuntura cultural y tecnológica, sino también al modo en que se escriben las Humanidades en la universidad. Si bien en primer plano de la conversación estuvieron las imágenes en un momento de narrativas y prácticas de inteligencia artificial, en un segundo plano transcurrió la cuestión de la disrupción del saber a partir de un pensamiento otro de la técnica. La pregunta es, en suma, cómo un pensamiento destotalizante de la técnica abre caminos para cultivar el pensamiento y la vida desde la fractura misma de los saberes universitarios.
No parece estar lejana la vinculación entre imagen y fármaco. Este vínculo lo podríamos pensar de dos modos: o bien la imagen es resultado de cierto efecto narcótico y por tanto no sería autónoma, sino residuo secundario de una prótesis artificial. O bien, la imagen es autónoma y anterior al fármaco, y por lo tanto ella misma es, y ha sido, el fármaco de occidente. De tal modo, las imágenes vicariamente tomarían el lugar del fármaco, siendo señuelos de la posibilidad de un “viaje” de antemano ya realizado. La imagen como fármaco no es sino el propio dispositivo de formación –racionalidad, cientificidad y verdad –que constituye al orden cultural y político moderno. Así descrita la imagen no es secundaria ni parasitaria de la técnica, sino que es la técnica misma en tanto marco de formación. Su condición farmacológica excede a la simple oposición y a la distinción binaria.
(Alejandra Castillo, Adicta Imagen, p. 29-30)
El Internet nos convierte a todos en obras de arte, con nuestra propia auto-estetización a través de algoritmos que re-optimizan nuestros cuerpos y nuestros yoes prostéticos, transformándolos en un objeto digital que se despliega de modo transparente, siempre en exposición. Han propone el “idiotismo”, es decir, una retirada de la comunicación y rodearse uno mismo de silencio, como la única respuesta saludable a este estado de cosas. Y sin embargo, en lugar de abrazar esta forma de ludismo filosófico, me siento más inspirada por el llamado de Franco Bifo Berardi de atender a la emergencia de nuevas habilidades cognitivas, una nueva morfogénesis. La idea aquí sería desmantelar y reprogramar la meta máquina, creando una conciencia común y una plataforma técnica común para los trabajadores cognitivos del mundo.
(Joanna Zylinska, AI Art, p. 85)
Desmantelar y reprogramar la meta máquina, creando una conciencia [farmacológica] común y una plataforma técnica común para los trabajadores cognitivos del mundo, al menos desde el punto de vista de mi proyecto sobre escritura y edición, esto es lo que está en juego en una respuesta feminista a las ansiedades contemporáneas en torno a la técnica, pero por supuesto que hay otros modos de leer y recibir estas propuestas distintas, que se originan en contextos diversos. Fue esencial la contribución de Marta Cabrera como receptora, comentarista y entretejedora de las presentaciones de Alejandra y Joanna, quien situó su propia lectura en los trabajos de SensoLab, un espacio de experimentación académica y editorial que ha ampliado los estudios visuales a estudios de percepción en relación con las nuevas tecnologías, la violencia política y el caos climático. Me parece que SensoLab está a la vanguardia de estos temas en Latinoamérica y que la perspectiva de Marta es invaluable para tender puentes y tejer este diálogo de feminismos de la técnica situados en el Norte y en el Sur.